Resumen. En este artículo se sugiere la posibilidad de leer nuevamente la desatendida primera novela de Gilberto Owen, La llama fría (1925), reflexionando sobre la relectura que de los exvotos o retablos y de otros elementos del arte popular hacen los pintores de los años veinte y treinta en México. Al parecer, también los escritores se interesaron por esta representación, como lo indica explícitamente la novela. Resulta interesante descubrir que la apertura hacia lo “primitivo” e ingenuo se da en México, a mediados de los años veinte, gracias al acercamiento a la cultura popular anterior a la eclosión del surrealismo.
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